Polvo eres II by Nieves Concostrina

Polvo eres II by Nieves Concostrina

autor:Nieves Concostrina [Concostrina, Nieves]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


EL TRAJÍN DE SAN DIEGO DE ALCALÁ

(1400-1463)

San Diego de Alcalá es un santo franciscano muy venerado, sobre todo, como su propio nombre indica, en Alcalá de Henares. Está enterrado en la iglesia magistral de esa ciudad, pero el pobre fraile está a medias. Le falta, literalmente, medio cuerpo.

Cada 13 de noviembre las reliquias de San Diego se exponen al público y algunos curiosos se acercan a ver su famoso cuerpo incorrupto. Lo de incorrupto es un decir, porque San Diego es pura momia, cómo no, desmembrada. ¿En qué momento se decidió descuajaringar al pobre Diego? Con lo tranquilo que estaba en su tumba… reposando… como Dios manda para todo muerto decente. El despiece comenzó en el siglo XVI y lo ordenó, quién si no, Felipe II, el mayor fetichista de estos reinos.

San Diego nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla), pero murió en Alcalá, y como los santos son de donde mueren, no de donde nacen, se quedó con Diego de Alcalá. Muy poquito tiempo después de morir, y así lo recogió el fraile Antonio Rojo en su libro Historia de San Diego, Enrique IV de Castilla se acercó por el sepulcro del franciscano porque ya había gente que le atribuía curaciones.

Enrique IV andaba quejándose de un brazo, y su hija Juana, la famosa Beltraneja a quien le robó el trono su tía Isabel la Católica, estaba fastidiada de la garganta. El rey mandó abrir la tumba y retirar la mortaja, momento en el que se percató de que el cuerpo estaba de bastante buen ver para llevar un tiempo enterrado. Cuentan que el rey mandó poner al franciscano de pie, luego sentado y se supone que en alguna postura más, y como no se le caía la cabeza, Enrique IV se dijo, a ver si éste va a ser un santo y por eso tiene tan buen cutis. El caso es que tanto el rey como su hija pasaron sus dolencias por el cuerpo de Diego y al menos a la princesa Juana se le pasó la faringitis.

Continuaron los hechos supuestamente milagrosos en torno al fraile Diego, hasta que entraron en escena Felipe II y su hijo, el perturbado príncipe don Carlos. El heredero se había despeñado escaleras abajo y quedado peor de la cabeza de lo que ya estaba. La trepanación que le aplicaron no lo mejoró, y Felipe II, al que no se le ponía nada por delante en el manejo de reliquias, decidió que la curación de su hijo y heredero vendría dada por la intercesión de fray Diego. Metió al difunto en la cama, junto a su hijo, y les puso a dormir juntos. A estas alturas, el franciscano aún estaba entero.

El príncipe acabó saliendo del trance, pero nunca aceptó que fueran los médicos los que le curaron, sino el franciscano Diego, así que no paró de darle la tabarra a papá para que lograra la canonización. Y efectivamente, gracias a una bula del papa Sixto V nació San Diego de Alcalá. En qué momento… porque ya no le dejaron un hueso puesto.



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